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A tan solo 15 kilómetros de la vibrante ciudad de Valladolid, se encuentra Simancas, una localidad que, a primera vista, podría parecer tranquila, pero que en su interior guarda siglos de historia y secretos que han marcado no solo la región de Castilla y León, sino también la historia de España. Situada a la orilla del río Pisuerga, sobre un pequeño montículo que da al paisaje un carácter único, Simancas es una joya escondida en el corazón de la provincia vallisoletana. Desde sus orígenes como una ciudad vaccea hasta convertirse en un centro de poder durante la Reconquista, esta villa nos ofrece una experiencia inmersiva en las páginas de la historia medieval y moderna de España.
La historia de Simancas comienza mucho antes de que se le conociera por su nombre actual. Durante la época romana, el territorio que hoy ocupa esta localidad formaba parte de la antigua Septimanca, una ciudad vaccea mencionada por los romanos. Esta influencia romana dejó una huella en la estructura urbanística de Simancas, y su cercanía a importantes rutas de comunicación como la calzada romana entre Augusta Emerita (Mérida) y Caesaraugusta (Zaragoza) la convirtió en un lugar clave en el sistema de transporte y defensa de la Hispania romana.
Tras la caída del Imperio Romano, la villa se convierte en un importante punto de batalla durante la Reconquista. A partir del siglo VIII, tras la invasión de los musulmanes, Simancas se erige como un baluarte cristiano en la frontera del Duero, siendo testigo de continuas incursiones y enfrentamientos. El rey Alfonso I de Asturias la reconquista en 753, aunque la villa pasaría por varias manos musulmanas antes de ser definitivamente retomada en 939 por el rey Ramiro II. La fortaleza que aquí se levantó fue esencial para defender el territorio castellano de las incursiones musulmanas.
La reconquista de Toledo en 1085 por el rey Alfonso VI significó un cambio crucial para Simancas. A partir de ese momento, la villa dejó de ser una fortaleza fronteriza y pasó a formar parte del Reino de Castilla, siendo absorbida por la pujante ciudad de Valladolid. En el siglo XV, bajo el reinado de los Reyes Católicos, la ciudad comenzó una nueva fase de crecimiento y renacimiento. Fue en este periodo cuando Alonso Enríquez, Almirante de Castilla, mandó reconstruir la fortaleza de Simancas, dándole su aspecto imponente que hoy podemos admirar.
De entre todos los monumentos históricos de Simancas, uno destaca especialmente: el Archivo Histórico Nacional. Este edificio, mandado construir por Alonso Enríquez a finales del siglo XV, comenzó su historia como un castillo medieval que posteriormente se transformó en un archivo de documentos reales. A lo largo de los siglos, la estructura sufrió transformaciones que la dotaron de una singular mezcla de estilos arquitectónicos, que van desde el medieval hasta el renacentista, pero su papel en la historia de España es lo que lo hace realmente importante.
En su interior, se albergan miles de documentos que recogen la historia política, social y económica de España. Desde los registros de la corte real hasta los papeles relativos a la Inquisición, pasando por documentos sobre las Guerras de Flandes y las relaciones internacionales. Este archivo, considerado uno de los más importantes del mundo, ha sido testigo de las decisiones que marcaron el destino de la monarquía española. Incluso fue saqueado por las tropas de Napoleón durante la invasión francesa, siendo regresado a Simancas tras la victoria sobre los franceses en 1815.
A solo unos pasos del archivo, la Iglesia del Salvador emerge como otro de los principales atractivos históricos de Simancas. Construida en el siglo XVI sobre los cimientos de un templo románico del siglo XII, esta iglesia presenta una fusión entre el estilo gótico tardío y el renacentista. Lo más impresionante de la iglesia es su impresionante retablo mayor, una obra de arte de estilo plateresco que destaca por su detallada ornamentación y su expresión religiosa. Además, dentro de sus muros se conservan otros valiosos elementos, como los relieves renacentistas que representan escenas de la Pasión de Cristo.
Lo que realmente distingue a la Iglesia del Salvador es la impresionante torre románica que aún se conserva, un testimonio de los tiempos en que Simancas era un centro religioso y de peregrinaje. La iglesia no solo es un lugar de culto, sino un monumento que habla del pasado medieval de la villa, donde las piedras de sus muros parecen susurrar historias de antaño.
Simancas no solo se caracteriza por su patrimonio monumental, sino también por sus leyendas y mitos que añaden un aura de misterio a la villa. La más famosa es la leyenda de las Siete Doncellas, una historia trágica de sacrificio que le da nombre a la localidad. Según la tradición, siete doncellas de Simancas fueron sacrificadas por un príncipe árabe en tiempos de la Reconquista, y su espíritu, según algunos, aún permanece en el aire de la villa.
El Mirador de Simancas, ubicado en lo alto de una colina, ofrece una de las vistas más impresionantes del paisaje circundante. Desde aquí, el visitante puede disfrutar no solo del entorno natural, sino también de una panorámica única sobre la Ribera del Pisuerga y las cercanas montañas de la Cordillera Central. Los días despejados revelan cumbres como la de Peñalar, que sobresale majestuosamente en el horizonte, haciendo del mirador un lugar perfecto para la reflexión y el disfrute de la belleza natural.
En el centro de Simancas, el Puente medieval se erige como un símbolo de la conexión entre el pasado y el presente. Con sus diecisiete arcos que cruzan el río Pisuerga, el puente fue una arteria vital en tiempos antiguos, formando parte de una de las principales calzadas romanas que unían Hispania con otras regiones del Imperio Romano.
Hoy, Simancas es un destino turístico lleno de vida, que ha sabido conservar su esencia a pesar del paso del tiempo. Las calles empedradas y estrechas del casco antiguo invitan al visitante a perderse en su laberinto, donde cada rincón, cada edificio, cada monumento parece contar una historia. Su patrimonio arquitectónico, su entorno natural y sus leyendas convierten a Simancas en un lugar de peregrinaje para aquellos que buscan sumergirse en la historia de España de una forma única.
Simancas no solo es un lugar de interés histórico y cultural, sino también un destino perfecto para aquellos que desean disfrutar de la tranquilidad de un pueblo pintoresco, rodeado de naturaleza y una atmósfera llena de magia e historia.
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