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En la provincia de Valladolid se encuentra Cigales, un municipio pintoresco que destaca tanto por su riqueza histórica como por su tradición vinícola. Conocida como la cuna del clarete y de una de las denominaciones de origen más prestigiosas de Castilla y León, Cigales es el lugar donde la historia y el vino se entrelazan. Visitar esta villa es adentrarse en una tierra de contrastes, de construcciones históricas y bodegas centenarias, en un entorno que conserva la esencia y el carácter de la Castilla profunda.
Uno de los mayores tesoros de Cigales, y sin lugar a dudas el más imponente, es la Iglesia de Santiago Apóstol, conocida popularmente como la Catedral del Vino. Esta iglesia, que no solo destaca por su tamaño, sino también por su majestuosidad, rivaliza con las catedrales más renombradas de Castilla y León. Su construcción comenzó en 1535 bajo la dirección del arquitecto renacentista Gil de Hontañón, conocido por su talento en el diseño de grandes obras eclesiásticas. La iglesia fue concebida con una ambiciosa visión de grandeza, y su edificación se extendió durante más de dos siglos, concluyendo en 1776. Esta larga gestación le ha otorgado una riqueza arquitectónica única, en la que se combinan influencias renacentistas y barrocas. La iglesia, que se erige como una verdadera joya del patrimonio religioso de la región, es testigo de siglos de fe y devoción. En su interior, el visitante se ve rodeado por una atmósfera solemne y reverente, con muros altos que dan una sensación de grandeza. Los visitantes pueden admirar el espléndido retablo mayor, una obra maestra que muestra escenas de la vida de Cristo, y que refleja el fervor religioso que Cigales ha mantenido durante siglos. Cada rincón de la iglesia cuenta una historia: desde las imponentes columnas hasta las naves laterales, todo parece narrar las tradiciones y el orgullo de una comunidad que siempre ha considerado el vino como una parte fundamental de su identidad. La Catedral del Vino no es solo un lugar de culto, sino también un testimonio de la prosperidad histórica de Cigales como epicentro vinícola de la región.
A pocos pasos de la iglesia principal, la Ermita de Nuestra Señora de Viloria es otro rincón lleno de historia y de profundo significado para los habitantes de Cigales. Esta pequeña ermita, construida en 1385, alberga con veneración la imagen de Nuestra Señora de Viloria, una figura central para los locales, rodeada por un delicado arco barroco que se destaca por sus intrincados detalles florales. La imagen, de gran devoción, es una de las principales advocaciones marianas de la zona, y en cada festividad en su honor, los vecinos de Cigales se agrupan para rendir homenaje a su patrona. Las celebraciones, que se realizan a lo largo del año, son momentos de gran recogimiento y fiesta popular, donde la comunidad se une en un ambiente festivo, pero a la vez lleno de respeto y tradición. La ermita, con su arquitectura sobria y elegante, es una especie de refugio espiritual, un lugar donde los habitantes de Cigales han encontrado consuelo durante siglos. La fiesta en honor a Nuestra Señora de Viloria es un evento que reúne a familiares y amigos, reafirmando el sentido de comunidad y la importancia de las raíces históricas de la localidad. Esta ermita no solo es un lugar de culto, sino también un símbolo de la perseverancia de una villa que ha mantenido sus tradiciones a lo largo del tiempo, resistiendo los cambios de la modernidad y preservando su identidad cultural.
Al caminar por las tranquilas calles de Cigales, es imposible no sentir el peso de la historia en cada paso. Las fachadas de las antiguas casas y edificios históricos nos cuentan las historias de tiempos pasados, de una villa que fue testigo de grandes transformaciones a lo largo de los siglos. El Edificio del Consejo Regulador de Cigales, una construcción de principios del siglo XVI, nos recuerda la importancia de esta localidad en el desarrollo de la viticultura y la regulación del vino en la región. Este edificio fue originalmente la residencia de Francisco Calderón, un influyente mayordomo de los Duques de Frías, y su arquitectura aún conserva el esplendor de una época de gran prosperidad para la villa. Su fachada, sobria y elegante, refleja el poder de la nobleza de la época y la estrecha relación de Cigales con la aristocracia castellana. Otro monumento destacado es el Hospital de San Juan Evangelista, cuya fachada medieval alberga una escultura de San Juan en una hornacina, una obra que es testimonio de la devoción religiosa que siempre ha caracterizado a Cigales. Esta edificación, que data del siglo XV, fue una pieza clave en la atención a los más necesitados y un centro de cuidado para los enfermos durante siglos. El arte religioso de la zona se manifiesta en cada rincón, desde las esculturas hasta las pinturas, todas ellas cargadas de historia y espiritualidad.
La historia de Cigales no solo se refleja en sus iglesias y monumentos religiosos, sino también en las estructuras civiles que han sido testigos del paso de los siglos. La Casa Nobiliaria de D. Manuel Díez, un edificio que perteneció a la familia del ilustre dominico Fray Antonio Alcalde, obispo de Guadalajara y Yucatán, es un claro ejemplo del poder y la influencia que Cigales tuvo en su época. Esta casa, que combina elementos renacentistas y barrocos, es un recordatorio del papel central que la familia Alcalde jugó en la historia local. Además, Cigales conserva vestigios de su pasado medieval en los restos de la casa de los Condes de Benavente, una construcción que rememora la importancia de la nobleza local en tiempos pasados. Al recorrer las antiguas calles, también es posible encontrar fragmentos de la muralla que rodeaba la villa, un elemento defensivo que hace siglos protegió a los habitantes de Cigales de los ataques enemigos. Esta muralla, que rodeaba gran parte de la villa, es un testimonio de la importancia estratégica de Cigales como bastión de defensa en la región. Hoy, sus restos invitan a imaginar cómo era la vida en este fortificado asentamiento, cuyo rol en la historia de Castilla se ha mantenido presente hasta nuestros días. Cigales, con sus monumentos, su arquitectura civil y religiosa, y sus restos de fortificación, es una villa que conserva una rica herencia histórica, un legado que se puede percibir en cada paso por sus calles empedradas.
Pero quizás el tesoro más único de Cigales reside bajo tierra. En sus barrios subterráneos, las bodegas tradicionales del siglo XVII han sido un elemento clave en la elaboración del vino por generaciones. Estas cavas, construidas con ingenio para aprovechar las condiciones naturales de temperatura y humedad, mantienen el vino a la perfección, otorgándole un carácter especial que ha hecho famoso al clarete de Cigales.
Las bodegas, algunas de ellas bicentenarias, son lugares oscuros y frescos que respiran historia y tradición. Al recorrer sus pasillos y observar las barricas alineadas, el visitante puede experimentar una conexión directa con la tierra y el trabajo incansable de los viticultores de antaño. Los tonos frutales y frescos del Rosado D.O. Cigales revelan el legado de una tradición vinícola que perdura, un sabor que refleja la esencia de la Tierra de Castilla.
La Oficina Municipal de Cigales organiza visitas guiadas que brindan la oportunidad de conocer a fondo el patrimonio histórico y enológico de la villa. Este recorrido incluye un paseo urbano por las calles llenas de historia de Cigales, una visita a la imponente Iglesia de Santiago Apóstol y, por supuesto, una exploración de una bodega tradicional con una degustación de clarete. La experiencia es ideal para sumergirse en el alma de Cigales, una villa que conserva su autenticidad y que comparte con orgullo el fruto de su tierra y de su historia.
Con su combinación de historia profunda, monumentos espectaculares y una tradición vinícola inigualable, Cigales es un destino que ofrece a sus visitantes una visión auténtica de Castilla y León. Aquí, la vida gira en torno a la tierra, el vino y la comunidad, invitando a quienes lo visitan a compartir una experiencia de calidez y riqueza cultural que queda grabada en la memoria.
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